Los Primeros Años

La Llena de Gracia

BLACK AND WHITE

£5.99

Con su sedoso, cabello rubio, color miel y ondulado con gracia en las puntas y rulos, sus ojos de un azul cielo, su carita sonrosada y sonriente con el viento atrapado en las mangas un poco inflados de su vestido de lino, Ella tiene la apariencia de un pequeño ángel con las alas medio abiertas y lista para volar.

En su mano, Ella lleva un ramo de flores silvestres, amapolas, acianos y otros del campo de maíz, y cuando ella se acerca a su madre, se echa a correr, gritando con alegría como una palomita y termina su vuelo en las rodillas de su madre, que las abre a recibirla. Ana deja a un lado su costura y abre los brazos para abrazarla.

“Mamá, mamá” dice la pequeña paloma, de pie en el pasto corto, con la cara hundida en el regazo de su madre dónde sólo sus cabellos de oro se pueden ver en la nuca de su cuello, sobre el cual Ana inclina a besar con cariño.

Entonces María levanta la cabeza y le ofrece las flores a su mamá y de cada flor, Ella cuenta una historia que ha creado:

– Esta azul y grande -, dice ella -es una estrella que ha bajado del cielo para traer el beso del Señor a mi mamá. Aquí: besad esta pequeña flor celestial allí, en tu corazón, y verás que su sabor es de Dios –

– esta otra, que es un azul más pálido como los ojos de papá, ha escrito en sus hojas que el Señor quiere a papá mucho porque él es bueno –

– y esta pequeña, la única que se encuentra, es la que Dios hizo para decirle a María que Él La ama –

– y estas rojas, ¿sabes mami lo que son? “Son piezas de vestido del Rey David, manchados con la sangre de los enemigos de Israel y sembrados en los campos de batalla y de los campos de la Victoria. Se originan en las tiras de la vestimenta real heroica dividido en la lucha por el Señor” –

-Ésta blanca y suave que tiene siete tazas de seda mirando hacia el cielo, llena de perfumes, y que estaba creciendo por allí, cerca de la primavera – mi padre la recogió para mí de entre las espinas, se hace con el vestido de Salomón. Él la usó, en el mismo mes en que nació su pequeña nieta, cuando caminaba en medio de las multitudes de Israel delante del Arca y del Tabernáculo, en la espléndida majestuosidad de su túnica. Y se regocijó, y cantó el cántico y la oración de su alegría –

“Quiero ser siempre así como esta flor”, concluye María y como el rey sabio, quiero cantar a lo largo de mis cantos de vida y oraciones ante el Tabernáculo.

“¿Cómo sabes estas cosas sagradas, mi querida?” Ana le pregunta: “¿Quién te lo dijo? ¿Tu padre?

No. No sé quién es. Creo que siempre lo he sabido. Tal vez hay alguien que Me dice y yo no lo veo. Quizás uno de los ángeles que Dios envía a hablar con la gente buena. Mamá, ¿me contarás otra historia?

‘¡Oh, querida! ¿Qué historia Tú deseas saber?

María piensa la cuestión profundamente, sus pensamientos reflejados en las sonrisas, suspiros, las nubes y el sol que atraviesan su cara. “Una vez más la historia de Gabriel y Daniel, donde Cristo es prometido” ella dice al fin.

Entonces ella escucha, con los ojos cerrados, las palabras que su madre dice, repitiendo en voz baja, como si fuera el mejor recuerdo. Cuando Ana llega al final, María pregunta ‘ ¿Cuánto tiempo pasará antes de que tengamos al Emmanuel?

“unos treinta años, mi querida ‘

 

“¡tanto tiempo!” dice María con profundo anhelo


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Product Description

Con su sedoso, cabello rubio, color miel y ondulado con gracia en las puntas y rulos, sus ojos de un azul cielo, su carita sonrosada y sonriente con el viento atrapado en las mangas un poco inflados de su vestido de lino, Ella tiene la apariencia de un pequeño ángel con las alas medio abiertas y lista para volar.

En su mano, Ella lleva un ramo de flores silvestres, amapolas, acianos y otros del campo de maíz, y cuando ella se acerca a su madre, se echa a correr, gritando con alegría como una palomita y termina su vuelo en las rodillas de su madre, que las abre a recibirla. Ana deja a un lado su costura y abre los brazos para abrazarla.

“Mamá, mamá” dice la pequeña paloma, de pie en el pasto corto, con la cara hundida en el regazo de su madre dónde sólo sus cabellos de oro se pueden ver en la nuca de su cuello, sobre el cual Ana inclina a besar con cariño.

Entonces María levanta la cabeza y le ofrece las flores a su mamá y de cada flor, Ella cuenta una historia que ha creado:

– Esta azul y grande -, dice ella -es una estrella que ha bajado del cielo para traer el beso del Señor a mi mamá. Aquí: besad esta pequeña flor celestial allí, en tu corazón, y verás que su sabor es de Dios –

– esta otra, que es un azul más pálido como los ojos de papá, ha escrito en sus hojas que el Señor quiere a papá mucho porque él es bueno –

– y esta pequeña, la única que se encuentra, es la que Dios hizo para decirle a María que Él La ama –

– y estas rojas, ¿sabes mami lo que son? “Son piezas de vestido del Rey David, manchados con la sangre de los enemigos de Israel y sembrados en los campos de batalla y de los campos de la Victoria. Se originan en las tiras de la vestimenta real heroica dividido en la lucha por el Señor” –

-Ésta blanca y suave que tiene siete tazas de seda mirando hacia el cielo, llena de perfumes, y que estaba creciendo por allí, cerca de la primavera – mi padre la recogió para mí de entre las espinas, se hace con el vestido de Salomón. Él la usó, en el mismo mes en que nació su pequeña nieta, cuando caminaba en medio de las multitudes de Israel delante del Arca y del Tabernáculo, en la espléndida majestuosidad de su túnica. Y se regocijó, y cantó el cántico y la oración de su alegría –

“Quiero ser siempre así como esta flor”, concluye María y como el rey sabio, quiero cantar a lo largo de mis cantos de vida y oraciones ante el Tabernáculo.

“¿Cómo sabes estas cosas sagradas, mi querida?” Ana le pregunta: “¿Quién te lo dijo? ¿Tu padre?

No. No sé quién es. Creo que siempre lo he sabido. Tal vez hay alguien que Me dice y yo no lo veo. Quizás uno de los ángeles que Dios envía a hablar con la gente buena. Mamá, ¿me contarás otra historia?

‘¡Oh, querida! ¿Qué historia Tú deseas saber?

María piensa la cuestión profundamente, sus pensamientos reflejados en las sonrisas, suspiros, las nubes y el sol que atraviesan su cara. “Una vez más la historia de Gabriel y Daniel, donde Cristo es prometido” ella dice al fin.

Entonces ella escucha, con los ojos cerrados, las palabras que su madre dice, repitiendo en voz baja, como si fuera el mejor recuerdo. Cuando Ana llega al final, María pregunta ‘ ¿Cuánto tiempo pasará antes de que tengamos al Emmanuel?

“unos treinta años, mi querida ‘

 

“¡tanto tiempo!” dice María con profundo anhelo